El FMI prevé que la economía española se desplome un 8% este año y que el paro se dispare hasta el 20,8%

14/04/20


La pandemia ha dado un giro de 180 grados en el rumbo de la economía española. Pese a que las señales de ralentización ya eran intensas desde mediados del año pasado, España echó el cierre a 2019 con un crecimiento sólido, del 2%, y el Fondo Monetario Internacional (FMI) esperaba, hasta hace unas pocas semanas, que siguiese esa misma senda en 2020, con un repunte del 1,6%. Pero las cosas han cambiadoen un abrir y cerrar de ojos. Y de qué manera: España sufrirá en 2020 un auténtico batacazo a raíz del coronavirus, con una caída del PIB del 8% y una fuerte subida del paro, hasta el 20,8%. El coronavirus es, además de un evidente huracán sanitario, un tsunami económico de proporciones todavía desconocidas: todas las predicciones, incluida la del Fondo Monetario, son meras estimaciones en un momento de altísima incertidumbre. Y están sujetas a dos factores —que la pandemia se disipe en la segunda mitad del año y que no haya una recaída— sobre los que todavía no hay certeza.

Hay que remontarse atrás, muy atrás, para dar con un desplome anual del PIB español equiparable al que pronostica este martes el FMI: hasta el inicio de la Guerra Civil (1936), cuando la economía se contrajo un 26,8% en un solo año, según los datos del historiador económico Leandro Prados de la Escosura. En 1945, en pleno periodo de autarquía, se produjo un desplome similar (8,1%), pero el catedrático de Historia Económica de la Universidad Carlos III de Madrid advierte de que los cambios de un año a otro —"especialmente en el pasado cuando la agricultura, muy volátil, tenía más peso”— reflejan “poco en términos económicos”. Una diferencia tan mínima (una décima) respecto a lo proyectado este martes por el Fondo hay que tomarla con un grano de sal. No así en la comparación con 1936, en la que la brecha es enorme.

Para poner en perspectiva la cifra española (-8%), es útil trazar una comparación con el año más crudo de la crisis financiera global, 2009, cuando el PIB se desplomó un 3,6%. O con el segundo arreón, el de la crisis de deuda soberana de 2012, cuando la actividad cayó un 2,9%. En el lustro de la crisis completo (2009-2013) España perdió algo más de lo que se dejará este año: un 8,5%. A diferencia de entonces, cuando la sangría se prolongó durante varios ejercicios, esta vez todo apunta a un hundimiento desconocido por varias generaciones pero circunscrito a un solo año. "La caída del 8% es contando con las políticas públicas y la acción del Banco Central Europeo para evitar que se disparase la prima de riesgo. Sin estas medidas el impacto habría sido mucho mayor, de doble dígito”, explica Rafael Doménech, jefe de análisis económico del BBVA en España. Aun así, las secuelas serán “importantes”. Cada semana adicional de confinamiento supone, según sus cálculos, una dentellada de ocho décimas sobre el PIB.

En clave europea, el desplome económico español este año solo es equiparable a los que sufrirán Portugal (también -8%) y algunos países bálticos (Letonia y Lituania, ambos por encima del 8%), mientras que en Italia y en Grecia la caída será aún más fuerte: -9,1% y -10%, respectivamente. Aun siendo enorme —¿quién habría podido imaginar estas cifras solo unas semanas atrás?—, el golpe será algo menor en las dos grandes economías del euro, Francia (-7,2%) y Alemania (-7%). El hachazo lo sufrirán todos —la economía de la eurozona en su conjunto caerá un 7,5%—, pero a intensidades muy diferentes.

“Las previsiones del FMI, en línea con las de otros organismos, apuntan a una intensa caída de la actividad en 2020 coherente con las fuertes medidas de contención adoptadas por el Gobierno para frenar la extensión de la pandemia y, posteriormente, un repunte a partir del cuarto trimestre con una recuperación importante en 2021, confirmando así que estaríamos hablando de una crisis intensa, pero de duración acotada”, apunta el Ministerio de Economía en un comunicado. El Ejecutivo remarca que el Fondo sitúa a España “entre los países destacados por su respuesta fiscal fuerte” y entre los que “han introducido medidas destinadas a colectivos vulnerables como transferencias de rentas, aplazamientos de impuestos o suspensiones del pago de deudas”. Los técnicos del Fondo, en efecto, valoran la respuesta fiscal “rápida y considerable” en “muchas economías avanzadas”, un grupo en el que incluyen a España junto a EE UU, Francia, Alemania, Italia, Reino Unido, Japón y Australia. Estas medidas, agregan, “tendrán que ser escaladas si los paros en la actividad económica son persistentes o si la aceleración una vez se levanten las restricciones es demasiado débil”.

La recuperación, menos rápida de lo que muchos predijeron en un principio (la segunda pendiente de la V es cada vez menos empinada), será relativamente fuerte: en 2021 la economía crecerá un 4,3%, recuperando una parte del terreno perdido en buena medida gracias al regreso del consumo —que está cayendo entre un 30% y un 40% durante el confinamiento, según los cálculos de los analistas privados— y al efecto base —las comparaciones se establecerán sobre un año aciago, 2020—. Italia, donde el golpe de este año será mayor, crecerá también con algo más de fuerza en 2021 (4,8%). También Portugal (+5%) y Grecia (+5,1%), mientras Francia y Alemania repuntarán, respectivamente, un 4,5% y un notable 5,2% en 2021.

Como siempre que se produce un hundimiento de la actividad, en España el paro se lleva la peor parte. Todo, a pesar de las medidas de congelamiento de la economía y de mitigación del impacto sobre las capas sociales más vulnerables, con ayudas a las empresas para evitar las quiebras y planes para privilegiar los expedientes de regulación de empleo temporales (los conocidos como ERTE, que han canalizado la mayor parte del ajuste en el mercado de trabajo) sobre los despidos al uso. Tras seis años consecutivos a la baja y frente al 14% de cierre del año pasado, en 2020 el desempleo escalará hasta rozar el 21% (lejos del máximo del máximo del 26% en 2013, pero rozando los niveles de cinco años atrás y superando, por cuarta vez en democracia, el umbral del 20%: una por década) para volver a bajar de nuevo hasta el 17,5% a finales de 2021, con la economía ya recuperada del confinamiento y el turismo —se espera— a pleno rendimiento tras el parón casi total de este ejercicio.

Aunque los datos completos sobre las finanzas públicas de cada uno de los países no verán la luz hasta este miércoles, el FMI adelanta que el déficit público rondará el 9,5% este año. Sin embargo, con los estabilizadores automáticos y las medidas de amortiguación a pleno rendimiento, muchas casas de análisis apuntan a un incremento súbito de la deuda pública de entre 25 y 30 puntos porcentuales en solo dos años.

Precios a la baja y mejora en la balanza por cuenta corriente

En su revisión de las constantes vitales macroeconómicas españolas, el organismo con sede en Washington prevé que la inflación vuelva a terreno negativo en 2020, arrastrada por la menor actividad económica. A diferencia del resto de grandes países de Europa occidental, en España el IPC cerrará el año en tasas negativas: -0,3%, frente al 0,3% de Alemania y Francia o el 0,2% de Italia. Pese al hundimiento del turismo —"los países dependientes de los viajes y la hostelería están experimentando disrupciones particularmente importantes", avisa la economista jefa del Fondo, Gita Gopinath—, la balanza española por cuenta corriente (el indicador que mide los intercambios de bienes, servicios y rentas con el resto del mundo) mejorará, pasando del 2% de 2019 al 2,2% este año y al 2,4% en 2021. Aunque el Fondo no ofrece datos desagregados, la intuición y la experiencia histórica invitan a pensar que se tratará de una caída brusca de las importaciones derivada de la crisis de consumo, mientras que las ventas al exterior capearán mejor el temporal. El factor petróleo también entra en acción: “El desplome de su precio nos va a ayudar mucho”, cierra Doménech. Una mínima buena noticia, al menos, en el peor ejercicio en casi un siglo.