Séptimo encierro de San Fermín: los de Jandilla reparten estopa y dejan un corneado

13/07/18


Cuando uno se ha ganado una fama a lo largo de dos décadas, quiere decir que ha hecho algo para merecerlo. Por ejemplo, los juampedros de Jandilla, que son como balas, tan rápidos como peligrosos. Y así lo han sido un año más. 

Un toro negro se ha lanzado a una carrera vertiginosa en la que ha ido comiéndose literalmente a los mozos que se ponían delante, hasta llegar a un grupo en la plaza del Ayuntamiento en el que ha hecho blanco. Un joven ha sido atropellado primero. En el golpe violento ha perdido la boina. Después, zarandeado de mala manera, empitonado y arrastrado junto al vallado derecho de la calle. El jandilla se ha llevado el fajín del corredor prendido en el asta derecha, como trofeo de su acción. El resultado, una cornada en el brazo izquierdo.

Y el de Jandilla no se ha conformado con eso. Tras la cornada, se ha cruzado hacia la acera izquierda y ha lanzado un derrote a otro corredor con el que ha estado a punto de alcanzarlo. Todo a un ritmo de velocista jamaicano.

Después, en la curva de la Estafeta, el mismo morlaco ha aplastado con el lomo a un mozo que se ha quedado parado junto al vallado, pura inconsciencia, sin llegar a empitonarlo. El animal ha caído al suelo y hasta ahí ha llegado su aventura en solitario. Tras el violento golpe, un móvil entre las patas del animal, símbolo de los nuevos tiempos.

A partir de ahí, la manada ha corrido arropada por los cabestros, con cuatro toros por delante y dos por detrás. La peor parte se la han llevado los corredores que han apostado por el grupo delantero. Los bueyes galgo, esos mansos que cuidan y arropan con mimo paternal cada día a los astados, han abrochado el grupo y era imposible coger toro.

La mejor opción era dejar pasar ese grupo y tratar de engancharse a los dos jandillasque iban algo retrasados. No era una carrera sencilla, ya que el galope era brutal y los animales miraban con intenciones nada amistosas. No era precisamente el borreguito de Norit el que bajaba por la Estafeta.

En el final de esta larga calle la manada se ha abierto más y las carreras ya han sido espectaculares. Unos mozos han aguantado ante los pitones, y entre los pitones, decenas de metros. Otros han tirado de los animales con el periódico, en estampas clásicas, con menos caídas que en días anteriores.

En las cercanías de la plaza se han vivido de nuevo escenas de tensión. Un pequeño montón ha hecho caer a dos toros, que se han levantado metiendo la cabeza en amagos de derrotar contra los corredores. Por suerte, otros mozos han tirado de ellos callejón debajo de forma ortodoxa. La fiereza de los jandillas se ha visto incluso sobre el albero, cuando un corredor caído en la arena ha sufrido la embestida de uno de los animales, esta vez sin consecuencias.

Finalmente, poco más de dos minutos de velocidad y peligro.

El cartel de esta tarde lo componen Juan José Padilla, Cayetano y Roca Rey, que vuelve tras la Puerta Grande en su anterior tarde.