Pérdida auditiva infantil: señales clave que padres, familiares y profesores deben detectar a tiempo
Con el regreso a las aulas tras las vacaciones de verano, miles de niños retoman rutinas de aprendizaje, convivencia y comunicación en el entorno escolar. Es precisamente en este contexto cuando ciertos problemas de salud, como la pérdida auditiva, pueden hacerse más evidentes.
La pérdida auditiva en la infancia es un problema más habitual de lo que se piensa y, en muchos casos, pasa desapercibida. Detectarla a tiempo resulta esencial, ya que una audición adecuada es clave para el desarrollo del lenguaje, el rendimiento escolar y la interacción social. Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), más de 34 millones de niños en el mundo presentan pérdida de audición discapacitante, lo que convierte este trastorno en un reto sanitario global.
En España, los programas de cribado neonatal permiten identificar casos de hipoacusia congénita desde los primeros días de vida. Sin embargo, existen pérdidas auditivas que aparecen más tarde, en la etapa escolar, y que pueden confundirse con falta de atención, problemas de conducta o simples despistes. Por ello, la labor de padres, familiares y profesores resulta esencial para identificar las señales de alerta a tiempo y acudir cuanto antes a un especialista en audición.
Los principales síntomas que pueden indicar pérdida auditiva en la infancia:
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El niño no reacciona a estímulos sonoros.
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Necesita subir el volumen de la televisión o dispositivos electrónicos.
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Pide con frecuencia que le repitan lo que se dice o dice “¿qué?”, muy a menudo.
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Habla más alto de lo habitual o presenta dificultades en el lenguaje o para seguir
instrucciones, especialmente en entornos ruidosos.
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Presenta retrasos en el desarrollo del lenguaje o mala pronunciación de ciertos
fonemas.
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Muestra falta de atención en clase, bajo rendimiento académico o tendencia al
aislamiento.
Estos signos son comunes en entornos familiares y educativos y, en ocasiones, pueden confundirse con problemas de comportamiento o desinterés, lo que retrasa el diagnóstico.
La pérdida auditiva no tratada en la infancia afecta directamente al desarrollo del lenguaje y a la adquisición de vocabulario. Además, repercute en el aprendizaje académico y en la participación social, ya que el niño puede sentirse frustrado, incomprendido o aislado. Los profesores y orientadores desempeñan un papel clave, ya que son testigos de situaciones en las que el niño parece no atender, no participa en las dinámicas de grupo o imita a sus compañeros para compensar lo que no ha entendido.
En el entorno escolar, es habitual que estos niños se perciban como “distraídos” o “poco participativos”, lo que puede convertirlos en un blanco fácil para el acoso escolar o bullying. La dificultad para comunicarse y relacionarse con sus compañeros puede derivar en burlas, marginación o rechazo. Este enfoque más social es clave para comprender que la pérdida auditiva no diagnosticada no solo afecta al rendimiento escolar, sino también al bienestar emocional y a la integración del menor.
“El aislamiento social y la baja autoestima son consecuencias invisibles de la pérdida auditiva no tratada. A menudo los padres piensan que su hijo no escucha porque no presta atención, cuando en realidad está esforzándose por comprender lo que oye. Esta situación genera frustración y, en muchos casos, un retraso en su aprendizaje”, explica Alicia Sánchez, audioprotesista y manager de formación de Audika España.
Otra problemática muy habitual en los centros auditivos son los niños que presentan pérdida auditiva temporal debido a la acumulación de moco en el oído medio, justo detrás del tímpano. Esto ocurre con mayor frecuencia en la infancia, ya que la trompa de Eustaquio, que conecta el oído con la garganta, es más corta, estrecha y horizontal en los niños. Esta anatomía dificulta el drenaje y hace que se obstruya fácilmente debido a resfriados, infecciones respiratorias, alergias u otitis. Los síntomas más habituales son sensación de oído tapado, pérdida auditiva fluctuante, dolor o presión en el oído.
En estos casos, el especialista en Otorrinolaringología (ORL) juega un papel clave. Evalúa el estado del oído mediante pruebas específicas y, si el moco persiste o hay infecciones recurrentes, puede recomendar una intervención sencilla: la colocación de drenajes timpánicos. Este procedimiento permite ventilar el oído medio, eliminar el líquido acumulado y prevenir futuras complicaciones, mejorando así la audición y el bienestar del niño.
El audioprotesista, por su parte, desempeña un rol esencial en este proceso. Realiza pruebas como la audiometría y la timpanometría para valorar el impacto del moco en la audición, además de encargarse del seguimiento auditivo ofreciendo orientación a las familias.
Con motivo del inicio del curso escolar, recordamos que este es un buen momento para que familias y docentes estén atentos a posibles señales de alerta. La detección precoz es la mejor herramienta para reducir el impacto de la pérdida auditiva en la infancia. Algunas recomendaciones que pueden ser clave son:
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- Observar y registrar señales: anotar las situaciones en las que el niño no responde o pide repetir frases puede ayudar a identificar posibles problemas auditivos en la consulta con el especialista.
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- Favorecer la comunicación: hablarle de frente, vocalizando y manteniendo un buen contacto visual, siendo pacientes y reforzando el apoyo al niño para que se sienta comprendido.
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- Reducir el ruido de fondo: crear entornos tranquilos para la comunicación en casa y en clase.
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- Colaboración familia-escuela: informar a los profesores y al centro educativo para que puedan adaptar su manera de comunicarse.
- Consultar con un especialista: ante cualquier duda, una revisión auditiva es sencilla, indolora y permite confirmar o descartar el problema.
Cuando la pérdida auditiva se identifica a tiempo, existen soluciones eficaces adaptadas a la edad y a las necesidades de cada niño. Los audífonos digitales infantiles, junto con terapias de apoyo al lenguaje, permiten mejorar notablemente la comunicación, la confianza y la calidad de vida del menor.
Consideramos muy importante no subestimar las señales de alerta. Una revisión auditiva es una prueba rápida y sin molestias que puede cambiar el futuro del niño. “Una revisión auditiva temprana marca la diferencia: identificar la pérdida de audición y ofrecer la solución adecuada permite al niño desarrollar todo su potencial y mejorar su calidad de vida”, destaca Alicia Sánchez de Audika.

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