Opinión


18/07/24

Juan Azcuénaga

  1. Los toros y la política. Reflexiones en torno a los artículos sobre los toros en la guerra civil en Cantabria

    En estos dos últimos años, la publicación editada por Claudio Acebo, Toros, ha publicado dos artículos míos sobre Festejos taurinos en Cantabria durante la guerra civil. Aunque es evidente que las limitaciones de espacio, lógicas en esta serie de libros, han obligado a resumir aspectos taurinos y no taurinos de los festejos, también han evitado presentar un análisis comparativo de los dos periodos.

    En España, los toros han sido utilizados frecuentemente como sistema recaudatorio, sobre todo para paliar las insuficientes ayudas públicas en materia de beneficencia y son incontables los festejos benéficos que se han celebrado, también en nuestra ciudad. ¿Quién no recuerda las Corridas de la Beneficencia o los Festivales de las Hermanitas de los Pobres o los Festivales pro Obra San Martín, por ejemplo?

    Pues bien, en una época tan convulsa y en la que faltaba dinero en ambos contendientes para hacer frente a los gastos de la guerra y, además, había que entretener, sobre todo, al pueblo no combatiente, ¡qué mejor que darle toros!, sobre todo cuando el pan escaseaba.

    Algo que diferencia a las corridas de toros de los festejos benéficos es el traje empleado por los lidiadores, el de luces cuando cobra por su trabajo o el campero cuando lo hacen gratuitamente. Es un detalle que puede hacernos comprender de qué tipo de festejo se trata. En el caso de los festejos en época republicana —nos limitamos al período de la guerra— todos pueden ser considerados festivales cuyo beneficio redundaba en favor de instituciones elegidas por los políticos gobernantes y con ganado que había quedado en Cantabria al declararse la guerra y quedarse esta tierra aislada del territorio que podía proporcionar reses de mayor entidad. A tal efecto veíamos que se utilizaron las cuatro plazas estables existentes en la región: Santander, Santoña, Castro Urdiales y Ampuero, además de la portátil que se había instalado en Torrelavega. Algunas curiosidades propias del ambiente reinante son la interpretación de himnos cantados de tinte revolucionario, como La Internacional o La Marsellesa (no en honor de Francia), además del Himno de Riego o himno de la República, lo cual se hacía con el público en pie y el puño en alto. Estos festejos se celebraron con el apoyo o colaboración de los circos que como consecuencia del aislamiento quedaron en la región, ya que el número de astados era escaso y había que complementar el espectáculo.

    Cuando el Nuevo Régimen sustentado por los militares sublevados ocupó la provincia, no pudieron en el primer momento celebrar espectáculos taurinos, pues fueron utilizadas las plazas de toros como cárceles, que como veíamos en los casos de Santander y de Castro Urdiales, al menos, sufrieron importantes daños de los que se culpabilizaba a los presos. ¿Alguien piensa que esas plazas estaban habilitadas para contener tal número de presos, que reunían condiciones higiénicas y de habitabilidad mínimamente soportables y dignas? En el caso de Santander, se habla de hasta 5.000 presos, algo menos de la mitad del aforo de la plaza. Las fotos que conocemos nos muestran a los presos llenando el ruedo. ¿Alguien se imagina cómo transcurriría un día lluvioso en esa cárcel? ¿El hacinamiento en los pasillos?

    Pero, volvamos a los toros, en la primera corrida celebrada en Santander, el domingo 7 de agosto de 1938, Pérez, cronista de Hoja Oficial del Lunes, detalla las características de los seis toros, pero no menciona cómo iban vestidos los toreros, Hubo, eso sí, un detalle novedoso. El artista valenciano Ángel Villar adornó la arena con su arte, efímero pues sería pisoteado durante la lidia. Los heridos de guerra ocuparon el tendido 2 y se publicaba la compra de sus entradas para que se pudiera comprobar la adhesión al régimen y sirviera de estímulo o incentivo para los apoyos. Cuando se produjo un acto llamativo fue al celebrarse el 26 de agosto la denominada Corrida de la Liberación, al cumplirse un año de la entrada de las tropas en nuestra ciudad. Entre el segundo y el tercer toro, se interpretaron los himnos de Alemania e Italia con el público puesto en pie y haciendo el saludo fascista, que sería incorporado al ritual del Nuevo Régimen y durante muchos años se escuchaba cantar el Cara al Sol con el saludo fascista, pues tras la derrota sufrida en la II Guerra Mundial, Alemania e Italia ya no eran necesarias en nuestro país. Aunque se conservaran detalles, como los enterramientos de alemanes en los cementerios de Ramales de la Victoria y Santander o la Pirámide de los Italianos, enterramiento de los fallecidos para conquistar el puerto del Escudo hasta su traslado a Italia décadas más tarde. O el Monumento a los Italianos en la Plaza de Italia en el Sardinero.

    Si comparamos ambas etapas vemos similitudes, todos los festejos taurinos tuvieron carácter benéfico a favor de instituciones de los respectivos regímenes políticos, salvo la becerrada del XV Festival a favor de las Hermanitas de los Pobres, que tuvo lugar el 14 de agosto de 1938. El ritual del saludo puño o brazo en alto, según fuera el organizador, se llevó a cabo por republicanos y nacionalistas. En el caso republicano, interpretaron dos canciones revolucionarias: La Internacional y La Marsellesa; en el caso del Nuevo Régimen se ejecutaron los himnos de Alemania e Italia, las dos potencias que apoyaban al ejército nacionalista, como homenaje y agradecimiento por su colaboración. Durante todo este período de guerra no hubo festejos taurinos comerciales, en los que los beneficios fueran para los propietarios de las plazas.

    Todo ello prueba que la tauromaquia, por su facilidad para obtener fondos y para reunir una importante masa social a la que le gusta y le divierte el arte del toreo, ha sido utilizada para otros fines más que la fiesta, y, sobre todo, para fines benéficos, aunque en el caso de la guerra civil fuera para instituciones vinculadas a los avatares de la guerra, como el Socorro Rojo Internacional, los Hospitales de Sangre o Frentes y Hospitales.