Opinión


18/04/22

Javier Domenech

  1. ¿Hay soluciones sin VOX?

    La reciente entrevista entre el nuevo presidente del PP y el  del gobierno, ha acabado como el rosario de la aurora. Todo muy cordial, pero seguimos donde estábamos. Ningún acuerdo en asuntos de Estado, tras una reunión de tres horas que solo sirvió para que uno, definiera su postura inflexible ante cualquier promesa y el otro, saliese con la monserga de que la oposición tan solo aporta exigencias sin fundamento. Es sorprendente, cuando no de chiste, que  el señor Sánchez especificara como una de los asuntos capitales pendientes y de solucionar, era el desarrollo del artículo 49 de la Constitución. Para quienes nos quedamos perplejos ante esta nueva ineludible urgencia, resulta que en tan controvertido artículo contempla “prevenir, tratar, rehabilitar e integrar los derechos de los disminuidos físicos, sensoriales y psíquicos”. Debió ser una alusión sarcástica hacia su interlocutor, pero de los temas que preocupan al españolito de a pie, no se cedió un palmo.

    Todas las encuestas siguen señalando el hartazgo nacional y la contemplación de una alternativa que acabe con el puerto de arrebata capas en que se ha convertido la política actual. Tenemos diez ministerios más que Alemania, muchos de ellos en anunciada oposición a las decisiones del gobierno. Somos uno de los pocos países europeos que no han bajado impuestos, mantenemos todo tipo de subvenciones absurdas, prosigue, el continuo desprecio de consultar al Parlamento en asuntos de Estado, convirtiéndolo en un teatro de insultos y ausencia de propuestas, donde se continúa con la promulgación de leyes educativas de risa, cuando no penosas, nombramientos de todo tipo de afines para puestos institucionales.

    Mientras tanto siguen subiendo la deuda y la inflación, se mantiene el paro camuflado bajo la forma de ERES y está paralizada la toma de decisiones en alternativas energéticas, por la falta de una política hidráulica para los agricultores que miran al cielo temiendo sequías o inundaciones, mientras se ignora el urgente desarrollo de alternativas energéticas en un país que acabó con sus minas de carbón, mantiene el anunciado cierre de las instalaciones nucleares, rechaza la conveniencia del fracking y considera un atentado a la naturaleza la instalación de puntos de energía eólica. Y por si fuera poco, nos enfrentamos a Argelia, país que aporta la mayoría del gas, con el previsible encarecimiento, esperando que los barcos metaneros de Estados Unidos lleguen a nuestros puertos cargados de suministros.

    Eso si, estamos seguros de que las ayudas millonarias de una Europa, acordadas antes de que estallase la guerra de Ucrania, resolverán nuestros los problemas, sin que se haya especificado, cuántos, cómo y donde se emplearán, ni por supuesto realizado cambio alguno en las condiciones para recibirlas. Entretanto, orgullosamente se exhiben convocatorias para mil nuevos funcionarios del Estado, es decir más gasto público improductivo y así poder decir que aumentan las cifras de empleo fijo.

    Con este panorama VOX, tercera fuerza representando a la totalidad de los españoles, es considerado como una panda de apestados ultras, que defienden una política económica y educativa muy pareja a la de los populares, con el único rasgo distintivo de que reclaman la revisión de las del Estado Autonómico, no de la Constitución como habitualmente se les acusa, sino como refuerzo de la unidad nacional, suprimiendo organismos duplicados y devolviendo al Estado competencias como las de Educación, Sanidad o Hacienda con el fin de que sean comunes para todos los españoles, antes de que las de la Seguridad Social se conviertan en otro elemento diferenciador. Algo de locos, como todos los que sufren las consecuencias del desaguisado autonómico comprenden y comparten.

    Pero me temo que Feijóo, acostumbrado a gobernar con mayorías absolutas, pretenda mantener una actitud exclusiva de firmeza y falta de acuerdos de Estado con sus ideológicamente más próximos, aunque ello sólo conduzca a la parálisis y que prosiga el descalabro económico.

    ¡Menos mal, que Benzema, mete goles y el Madrid puede llegar a la final de la Champions!