Sanidad ha reducido en un 86% el número de pruebas invasivas realizadas durante el embarazo para detectar anomalías cromosómicas prenatales

20/09/18


Foto de archivo de la consejera de Sanidad durante su reciente visita al Área de Neonatología del Hospital Valdecilla (Foto: Lara Revilla)

La Consejería de Sanidad implantó a finales del año 2016 la prueba de determinación de ADN fetal en sangre materna para las gestantes de alto riesgo, que ha reducido el número de amniocentesis considerablemente, ya que de las 3.538 embarazadas que participaron el año pasado en el Programa de Detección de Anomalías Cromosómicas sólo un 3% se sometieron a pruebas invasivas.

De hecho, si bien en 2016 se realizaron en el Servicio Cántabro de Salud (SCS) 180 amniocentesis, en 2017 la cifra descendió a 117, evitando así el riesgo que suponen las pruebas invasivas innecesarias y sus consecuencias adversas, como la pérdida de fetos sanos tras la punción.

En el año 2010, fecha en la que se puso en marcha este Programa, se realizaban en Cantabria 856 amniocentesis, cifra que se ha reducido en más de un 86%.

El Programa de Detección Prenatal de Anomalías Cromosómicas sirve para identificar durante la gestación la presencia en el feto de las anomalías cromosómicas más frecuentes, como el Síndrome de Down o el de Edwards, asociadas a defectos congénitos que varían en gravedad.

El año pasado, el Programa detectó 135 embarazos y 138 fetos con riesgo alto de anomalía, un 3,8% del total. En 23 de esos fetos se confirmó la existencia de anomalías cromosómicas, en su mayoría Síndrome de Down.

Prueba no invasiva sin riesgo alguno ni para la gestante ni para el feto

La prueba consiste en un análisis de sangre específico, realizado alrededor de las 10 semanas de gestación y una ecografía entre las semanas 12 y 14, que valora, entre otros parámetros, la cantidad de líquido que hay bajo la piel de la nuca del feto (traslucencia nucal).

Por lo tanto, es una prueba voluntaria, que se puede realizar a todas las embarazadas porque es sencilla, no invasiva, y no comporta riesgo ni para la gestante ni para el feto.

Los valores obtenidos en la prueba, sumados a otros de la madre (edad, peso, etc.) se introducen en un programa informático que determina un índice de riesgo individualizado e indica la probabilidad de que el bebé presente alguna anomalía cromosómica.

Sólo en el caso de que esta prueba arroje un resultado de riesgo alto, se ofrecen otras pruebas para confirmar el diagnóstico. La probabilidad de obtener riesgo alto se incrementa cuando la edad materna supera los 35 años.