Opinión
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Primeras actuaciones de Félix Rodríguez como novillero en Cantabria (1923-1924)
Se había anunciado la presentación en Santander de la Cuadrilla Juvenil Valenciana, con Félix Rodríguez y Alpargaterito, para el día 8 de abril de 1923; sin embargo, a instancias del edil Sr. Mateo, el Ayuntamiento acordaba que no se celebrarían espectáculos taurinos durante ese año. El Tío Caireles (seudónimo de Ezequiel Cuevas), al comentar lo anterior, notaba que el "matador" era santanderino. Los novilleros se enteraron de la decisión a su llegada a nuestra ciudad en la mañana del anterior día 7.
Finalmente debutaría en una accidentada corrida el día 15 de julio de ese año en la que el orden de lidia era el santanderino Manolo Menchaca, junto con la "pareja valenciana" Félix Rodríguez y Vicente Clemente, "Alpargaterito", con novillos de Garrido Santa María, de Sevilla. A pesar del ganado, Félix cortó una oreja a su primer novillo y dio la vuelta al ruedo. El cuarto toro fue retirado por «ilidiable», y, además, la ausencia de sobrero dio paso a que el público mostrara su descontento con un gran alboroto. El público gritaba para que el quinto, el que correspondía a Félix Rodríguez, fuera toreado por Menchaca, pero la lidia siguió en el orden habitual. Alpargaterito fue cogido en el sexto y llevado a la enfermería y entonces se comprobó que Menchaca había desaparecido del ruedo, lo que provocó las mayores iras en el público. La mansedumbre del ganado provocó el escándalo y la devolución del importe total de las localidades, se valoraron los daños en las instalaciones en 15.000 pesetas. En fin, un desastre de corrida.
Repetiría actuación el 2 de septiembre, acompañado de Enrique Bartolomé, con novillos utreros de Graciano Pérez Tabernero, de Salamanca. Se le consideró el "héroe de la tarde", dando la vuelta al ruedo y cortando la oreja de su primer novillo; destacó toreando de capa y de muleta y en lucidos quites. En la prensa madrileña referían que «Félix Rodríguez toreó colosalmente de capa y muleta, y con la espada superior. En sus bichos fue ovacionado y dio la vuelta al ruedo». Nada decían de orejas. En Valencia, sin embargo, narraban así su actuación: «El arte maravilloso de este muchacho lució con todo esplendor en el citado coso norteño, tanto, que el público, embriagado con el derroche de arte clásico del valenciano, le prodigó justas ovaciones y le concedió orejas y rabos por su labor en ambos toros. De verdadera apoteosis puede calificarse su salida de la plaza, en hombros de la multitud que le aclamaba hasta su llegada al hotel, en donde se vio obligado a salir repetidas veces al balcón y dar las gracias a tan efusivas muestras de entusiasmo. Como justificante de lo antes dicho, Féiix Rodriguez torea dos novilladas más en la misma plaza y en breve plazo».
El 18 de mayo de 1924 se inauguraba la temporada taurina con una novillada en la que alternaban José Belmonte y Félix Rodríguez, con novillos-toros de Antonio Pérez de San Fernando, de Salamanca. Con este motivo Siul escribía en La Región que «No conocíamos... mas toreros santanderinos que Manolo Menchaca, Belmontito, Botas y Mayorico. Pero, hete aquí que de pronto surge otro que se llama Félix Rodríguez. Nosotros sabíamos que un Félix Rodríguez, tomó parte en una novillada el pasado año en nuestro circo taurino —muy buen torerito y muy valiente— anunciándose como valenciano. ¿Sería éste el que ahora se hace pasar por montañés, o será algún otro que desconocemos?». No es aquí el momento de mencionar toreros no incluidos en la cita, pero la duda le sería aclarada. Una carta remitida a la redacción por Carlos Valle, "Reinteret", apoderado del diestro, comunicaba que el torero había nacido en la calle del Marqués de la Hermida y había sido bautizado en la parroquia de Consolación. El referido día 18 de mayo Félix Rodríguez recibía una cornada de un novillo «grande, negro bien armado y con hechuras de toro de corrida formal», que, después de «tres o cuatro verónicas superiores» finalizaría «con media colosal, quedándose en la misma cara, por lo que el tabernero no tuvo más que alargar la «jeta» y entrampillarlo, lanzándole a gran altura e intentando meterle la cabeza en el suelo, lo que evitó con gran oportunidad el banderillero Palacios». Llevado a la enfermería, José Belmonte continuaría la lidia. El parte facultativo, emitido por los doctores Palacios y Erasun, decía que «presentaba un puntazo superficial en la región inguinal derecha de pronóstico leve». En un automóvil sería trasladado a su domicilio. En una entrevista que le realizaron poco después de tomar la alternativa, a la pregunta sobre cornadas respondía: «Pocas. Una y grande. Fué en Santander, y precisamente la primera vez que salía a torear con caballos. Un toro de Antonio Pérez Tabernero me asestó una cornada en el vientre de 14 centímetros que me puso bastante apurado. Conmigo alternaba aquella tarde Pepe Belmonte. Era esto el 18 de Mayo de 1924. ¡Ya ve usted que me dejó recuerdo la caricia!». Parece que «La cogida fué más dolorosa que grave», pues al domingo siguiente toreó en Bilbao, en la que se le presentaba como «de Valencia», lo que no sentaba bien por estos lares. Asimismo se deduce exageración, o quizás un recuerdo desagradable, en el torero, pues El Tío Caireles contaba así la herida: «sufrió un puntazo leve en la ingle derecha. El pitón rompió la taleguilla, haciéndola un agujero de dos centímetros de diámetro y hundió el calzoncillo del diestro en la herida».
Al respecto de su afirmación, hemos de señalar, no obstante, que, toreando en Zaragoza, el precedente 27 de abril, con novillos de Concha y Sierra, «Félix Rodríguez fué cogido y no pudo despachar ninguno de sus novillos». No debió de ser importante ya que el día 29 despachaba dos novillos de Sánchez Tardío en Toledo.
En Reinosa toreaba el 23 de septiembre de 1924, segunda de las corridas programadas, con entrada floja que se atribuía a los carteles propuestos por los organizadores, en el que repetía actuación Torquito II, cortando una oreja a su primer novillo, de la ganadería de Santiago Sánchez, de Terrones (Salamanca). La corrida resultó aburrida por la mansedumbre de los toros. La plaza, de madera, era «sumamente amplia y cómoda y tiene una cabida para cerca de 6.000 espectadores» y se había levantado junto al Pozo Pozmeo. Otro diario decía que la plaza podía «alojar cuatro mil ochocientos espectadores». La corrida se celebró con un intenso frío. El segundo novillo, primero de los de Félix Rodríguez, castaño, rabón, cornicorto. Le apuntaron cuatro lances valientes con la capa. El novillo recibió tres varas. Con la muleta, «faena valentona y adornada, para una estocada entera y atravesada y un descabello al segundo golpe». El cuarto, «se lidia en Escandinavia» por el frío. «Félix Rodríguez se adorna en cuatro lances de maestro, un farol y una revolera». El novillo carecía de casta, aunque se dejaba torear. «Félix arma la revolución con el capote, y después de brindar a Vicente Alfonso, la escandalera madre con la muleta. Cuando iguala el torito, señala un pinchazo en las agujas; sigue metiéndose con el novillo y termina con media estocada algo contraria». Palmas. La crónica añadía: «¡Lo que se ha perdido la gente por no haber contratado la Comisión a este mozo para las dos tardes!».
Digamos que en 1919 se habían celebrado otras dos corridas en Reinosa, para lo que se había levantado una plaza de madera, en el sitio Pozo del Pozmeo, con capacidad para cuatro mil personas, en asientos de 80 cm y con ruedo de 45 metros (4 menos que el anillo de Santander, se decía). El día 21 de septiembre actuaron los novilleros Andrés Pérez, "Montañesito" (Andrés Pérez García había nacido en Reinosa, el 10 de febrero de 1896), y Domingo Uriarte, con novillos de Matías Sánchez, antes Trespalacios, de Salamanca; y el día 23 lidiaron novillos de Juan Manuel Sánchez, de Carreros (Salamanca), los novilleros Faustino Vigiola, "Torquito II" (Valmaseda, 28 de noviembre de 1895 - Madrid, 20 de septiembre de 1969), y Andrés Pérez, "Montañesito". En ambas corridas, los novillos eran desecho de tienta y cerrado.