Opinión
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Amadeo I en Santander hace 150 años
Tras los convulsos momentos políticos de 1868 y la marcha al exilio de la reina Isabel II desde San Sebastián, ciudad en la que veraneaba, las Cortes Generales elegían el 26 de noviembre de 1970 un nuevo rey en la persona de Amadeo de Saboya (Turín, el 30 de mayo de 1845 - 18 de enero de 1890), que reinaría con el nombre de Amadeo I. Su principal valedor, el general Juan Prim y Prats era objeto de atentado el 27 de diciembre de 1870, el mismo día en que el futuro rey emprendía el viaje a España. El general fallecería tres días más tarde a consecuencia de las heridas recibidas.
El lunes, 2 de enero de 1871, prestaba juramento Amadeo I ante las Cortes Constituyentes. El 18 de julio de 1872, alrededor de las once y media de la noche, cuando con su esposa regresaba al Palacio Real de un paseo por los Jardines del Buen Retiro de Madrid, fue objeto de un atentado en las proximidades de la actual Plaza de la Ópera. Pocos días después se desplazaba a nuestra ciudad.
Como nota relevante de este viaje, recogía El Pensamiento Español la actitud del clero durante el recorrido. Así se indicaba que «Todos los venerables prelados por cuyas diócesis ha tenido que cruzar el hijo de Víctor Manuel, se han ausentado temporalmente de su habitual residencia». Este hecho, alabado en el referido periódico que decía también que «el clero español es digno por su conducta de la admiracion que hace tanto tiempo escita en todo el orbe católico». Desde La Iberia censuraban la actitud y las palabras del periódico diciendo: «El proceder de esos señores es eminentemente censurable, si bien es verdad que lo creemos muy en armonía con la cristiana conducta de mucha parte del clero español, que está admirando al mundo en los campos de batalla con su vandalismo».
Recordemos que había sido el rey Amadeo I quien había sancionado el 3 de mayo de este año 1872 el decreto de creación de la Junta de las Obras del puerto de Santander (Gaceta del día 10).
El Boletín de Comercio, además de informar de la llegada y estancia del monarca en Valladolid, anunciaba que el martes, 23 de julio de 1872, «entre cuatro y seis de la tarde, hará su entrada en nuestra ciudad S. M: el rey D. Amadeo», que venía acompañado de Manuel Ruiz Zorrilla, presidente del Consejo de Ministros. La reina y sus hijos se quedaron en El Escorial. Antes de llegar a Santander se había detenido en Reinosa, donde se había instalado "un magnífico arco, con sinnúmero de banderas y gallardetes y un targeton que decía «A S. M. el Rey D. Amadeo I la villa de Reinosa»". No aceptó el carruaje que se le ofreció y fue a pie hasta el lugar donde se había preparado el almuerzo, regresando también a pie para proseguir viaje hasta Santander, tras entregar al alcalde 1.800 reales para los pobres. Se decía que a Santander venía a tomar los baños de mar.
De este viaje se cuenta la anécdota que el ministro de la Gobernación había enviado un telegrama al alcalde de Astillero para que saliera a la estación de Boo a cumplimentar al Rey. El tren, que venía al parecer con retraso, pasaba sin parar por lo que el alcalde, Venancio Tijero Cordero (Astillero, 1 de abril de 1825-28 de mayo de 1879), «conminó al jefe de estación a que detuviera el tren, mediante el aparato de señalización». El tren paró y dio marcha atrás hasta situarse en el andén. Entonces el alcalde subió al tren y dijo a Su Majestad: «Perdón, Majestad: he ordenado parar el tren para cumplimentaros al pasar por esta estación, según instrucciones telegráficas del Ministerio de la Gobernación». A lo que el Rey contestó: «Le felicito: así quiero yo a mis alcaldes».
Finalmente, el Boletín de Comercio comunicaría que «había verificado su entrada» a las cinco y media, a las seis según El Aviso. Vestía uniforme de capitán general en campaña. Se decía que «el recibimiento hecho á S. M. ha sido respetuoso y digno del jóven monarca». En la estación fue recibido por «el ayuntamiento republicano de Santander con su estandarte». El alcalde, Prudencio Sañudo Fernández-Pelilla, le dirigió el discurso de bienvenida. El Aviso resumía «el recibimiento de S. M. ha sido superior al que podíamos prometernos del carácter por naturaleza frío de los montañeses». Cinco buques de guerra estaban fondeados en el puerto, el Ciudad de Cádiz, que ostentaba el mando, el Colón, la goleta Edetana, la fragata blindada Victoria y el navío Aviso número 1. Llamaba la atención la iluminación nocturna de los buques.
En la mañana del 24 se bañaba en la playa de El Sardinero y parece que había «manifestado deseos de residir en aquel sitio». Le ofrecería su casa en El Sardinero Juan Pombo, donde pasaría su estancia el monarca. Quedaría el recuerdo de que era un buen nadador.
El diario madrileño El Combate, periódico republicano federal, publicaba noticias de la visita del monarca. Así decía que el día de Santiago, 25 de julio, «Parece que en Santander hubo el jueves un motín en la Plaza de Toros por haberse suspendido la corrida, terminándose cuando devolvieron al público el dinero». Y se preguntaba: «¿Estaría D. Amadeo?». Estaba previsto que los espadas fueran Gonzalo Mora, de Madrid, y Francisco Díaz, Paco de Oro, de Cádiz, con toros de Martín de la Peña, de Guadalix y Manuel de la Granja, entonces de Juan Manuel Martín, de San Agustín de Alcobendas, que actuarían el 25 y 28 de julio (la corrida suspendida se celebró al día siguiente, 26, saliendo el público complacido). Asimismo daba noticia de la llegada a Reinosa, de la que contaba que «los preparativos que se habían hecho para recibirle eran escasos, costeados únicamente por la empresa del ferrocarril del Norte y por el ayuntamiento. El viajero no quiso aceptar el carruaje, y entró á pié, dirigiéndose en el acto al alojamiento que se le había dispuesto, sin visitar ni la iglesia ni las Casas consistoriales. Parecía no estar muy satisfecho».
El teatro ofrecía en estas fechas las obras La cruz del matrimonio, comedia en tres actos y en verso, de Luis de Eguilaz; Las pesquisas de mi suegro, comedia chistosa en un acto, de Manuel García González; El miedo guarda la viña, proverbio en tres actos, de Eusebio Blasco; Marcela o ¿a cuál de los tres?, comedia en tres actos, de Manuel Bretón de los Herreros; y ¡Sálvese el que pueda!, pieza cómica en un acto, de Enrique Pérez Escrich.
Coincidiendo con la estancia real se pedía al alcalde de la ciudad que «preciso es que se corrija, es cómo se bañan en sitios tan públicos y frecuentados como las escalerillas de la prolongacion del muelle largo. Disponga, si le parece, el Sr. Alcalde que un guardia municipal gire una visita por el sitio indicado, y además de la inmundicia que hallará en las escalerillas, destinadas tan solo al servicio público, podrá ver las inocentes criaturas de 20 y 22 años que allí se bañan, sin mas trage que el que á este pícaro mundo trajeron, sin respeto á la decencia, ni á los vecinos de aquella hermosa barriada de preciosas casas, ni á las señoras y niños que incesantemente pasan en botes con direccion á San Martin unos, y otros, de regreso. Espectáculos tan groseros, que la cultura y la decencia rechazan, son indignos de un pueblo como Santander».
Durante su estancia inauguró y clausuró la Exposición de ganados y visitado el hospital de Caridad. El jueves, el alcalde, Sr. Sañudo, comió con el Rey y le acompañó a la inauguración de la exposición y el viernes le hizo una visita de etiqueta, motivo por el que se notaba que «Los republicanos de aquella capital están dando grandes muestras de cortesía al jefe del Estado». El Club de Regatas dispuso para el rey un paseo marítimo en el bote Ana María, al que acompañaron otros botes del Club y de los buques de guerra. El domingo, día 28, por la noche, asistió a un baile en los jardines del Reganche. Se añadía que asistía «con singular complacencia á todos los espectáculos y diversiones adonde es invitado». Así, al encendido de la iluminación de la Alameda Segunda y a un baile de sociedad en el Casino del Sardinero.
El día 29 viajaba a Santoña en el vapor de guerra Aviso número 1 (otro periódico decía que lo hizo en el remolcador Guadalquivir). Horas antes había salido con el mismo destino la goleta Edetana. Durante su estancia en Santoña residiría en la quinta de Felipe Quintana. Regresaría al día siguiente a las 11 de la mañana. Durante su visita a Santoña S. M. entregó a dos veteranos de la batalla de Trafalgar 500 reales a cada uno y les dio una cruz pensionada.
Por la tarde acostumbraba el monarca a pasear por El Sardinero, mientras la banda de música del regimiento de Zaragoza, situada frente a la casa de Juan Pombo, dirigida por el maestro Enrique Génova, interpretaba diferentes piezas.
El día 31 recibía a una comisión de la Asociación de Obreros que le agradecía la rebaja de contribución y les donaba 4.000 reales para edificar un local para la sociedad.
Visitaba el día 1 de agosto, a a las tres de la tarde, la fábrica de tabacos y donaba 8.000 reales para el fondo de hermandad fundado por las maestras y operarias para atender a las necesidades de enfermedades y fallecimientos de las inscritas. Después recorrió las dependencias de la Casa de Caridad.
En Efemérides de Guarnizo cita Emilio Martínez Llerena una visita de Amadeo I al lugar en 1872.
Al siguiente día visitaba el vapor Chimborazo, de la compañía inglesa de navegación al Pacífico, donde fue obsequiado con «un opíparo banquete». Se anunciaba su marcha para San Sebastián y Bilbao, trasladándose después a Galicia para regresar a Madrid desde Santander, donde pasaría nuevamente otros seis u ocho días.
El sábado, día 3 de agosto, a las siete y media de la tarde embarcaba en la fragata Victoria que a las ocho de la tarde levaba anclas y ponía rumbo a San Sebastián, en donde desembarcaba a la mañana siguiente.
Al comentar las dádivas que el rey había prodigado en este viaje se decía respecto a nuestra ciudad que «Sólo Santander no puede conseguir que se le devuelva en justicia la finca titulada La Alfonsina, ni que se le concedan los cuarteles ruinosos de San Francisco y San Felipe, que, por medida de policía, de seguridad y de ornato público, debieran derribarse inmediatamente, puesto que no sirven para otra cosa».
Desde San Sebastián fue el rey a Bilbao, Asturias y luego a Galicia regresando a Madrid el día 24 de agosto, el mismo día en que se celebraban elecciones en el país y que, en Santander, ganaron los republicanos. La Igualdad, diario republicano federal se preguntaba si «¿Habrán llegado también las piezas de la vajilla de plata que desaparecieron de la casa donde alojaron en Santoña al rey de los 191 [es el número de diputados constituyentes que apoyaron su elección; 101 sumaron otras 7 posibilidades y 19 en blanco]?».
Benito Madariaga analizó el Episodio Nacional de Pérez Galdós sobre el rey en Amadeo I, un episodio de ruptura, en el que apenas se refiere a su estancia en nuestra ciudad. Sí lo hará en otros artículos, Visitas regias y veraneantes ilustres y en Visitas regias, en los que se refiere a cómo era, en ese año, el veraneo en Santander contado por el novelista canario.